
14 Ago La meta de la psicoterapia es el cambio
Cuando nos comprometemos a llevar a cabo un proceso psicoterapéutico, se entra en una experiencia en la que se aprende a reflexionar sobre sí mismo, sobre las vivencias de la vida, tanto las que son satisfactorias como las que no, vivencias presentes o del pasado.
Gracias a la reflexión acompañada y dotada de sentido, se establece un proceso importante para solucionar problemas, establecer una nueva forma de ser y estar en el mundo de una forma más satisfactoria en todos los aspectos: personalidad, relaciones interpersonales, laborales, proyectos vitales, etc.
Superar el momento problemático y doloroso por el que está pasando la persona.
Este cambio se produce a nivel cognitivo, emocional y de comportamiento, trasformando de manera profunda la manera en la que la persona percibe y establece juicios, por otros más positivos y funcionales, lo que en últimas, convierte el mundo en un lugar más agradable para vivir.
Su objetivo es poder hacer consciente “lo inconsciente” para que los aspectos disociados se puedan integrar en la personalidad y restaurar mediante el vínculo terapéutico
Mediante la terapia los vínculos inseguros y ambivalentes se volcan en un vínculo seguro, generador de una personalidad más funcional, al reconocerse el individuo puede cambiar aquello que puede transformar y aceptar aquello que no puede cambiar, al ser plenamente consciente de sus posibilidades la vida dejará de ser un problema, asumirá una actitud más activa y realista.
La autoestima es fundamental en todo proceso de psicoterapia, quererse a sí mismo, conocerse, aceptar debilidades, fortalezas físicas, emocionales y mentales permite que el individuo pueda relacionarse con los demás de una forma más expontanea y menos prevenida, la libertad de ser sí mismo permite que otros te amen por lo que realmente eres en el aquí y el ahora.
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